Habitar la fantasía

Hay un lugar en Londres donde la gran Columna de Trajano (Roma, año 114), cuidadosamente dividida en dos, convive con el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela (1168-88), y las preciosas figuras talladas en su día por el Maestro Mateo no enmarcan aquí los portones de su Catedral sino la Porta di San Ranieri (hacia 1180) de la de Pisa, a la izquierda, y las de San Bernardo con historias de Adán y Eva y la vida de Cristo (1015, en su origen para la Iglesia de San Miguel) de la de Hildesheim, a la derecha. Y mucho más, porque estas piezas maestras, columna, pórtico y puertas, no están solas; junto a ellas, el León en bronce que Enrique el León, Duque de Baviera y Sajonia, erigió frente a su Castillo en Brunswick, Alemania (1166), o la Cruz de Irton, del cementerio de la Iglesia de San Pablo, en Cumbria, Inglaterra (inicios del s.IX), o el Tabernáculo de San Leonardo del pueblecito de Zoutleeuw, Flandes (hacia 1552), cuya compleja ornamentación se dijo que podría esconder el secreto de la piedra filosofal.

V&A Cast Court 46a 1y2A pocos metros, el Cristo Crucificado de Gianbologna para la Basílica de la Anunciación de Florencia (1594-98) espera entre vendajes junto al relieve de Clodion con la alegoría del Verano para la casa del Conde de Marans en la rue de Bondy (1772; hoy rue René-Boulanger) en París; frente a él, el monumento fúnebre con las Tres Gracias encargado por Catalina de Medicis a Germain Pilon (1560) para alojar el corazón de Enrique II; a su lado, la Fuente con la figura de Perseo que Hubert Gerhard realizó (hacia 1585-90) para la Residenz de Munich y, muy poco más allá, la magnífica Cruz celta con escenas de la Biblia y los signos del zodiaco del cementerio del Mainistir Bhuithe (inicios del s.X; conocida como Cruz de Muiredach), la más bella de Irlanda.

La memoria -y la cultura, que es una de sus manifestaciones- es capaz de ondular el tiempo y el espacio y acercar lo lejano. Jugando con nuestros recuerdos o con aquello que imaginamos estamos acostumbrados a que eso ocurra;  lo provocamos queriendo o sin querer, pero es raro y emocionante vivirlo materializado. El lugar que describía es uno de los patios del Victoria & Albert Museum dedicados a las copias en molde; copias a tamaño real de algunas de las obras más admirables de la escultura europea cuando el museo se fundó.

VA Cast Court 46a 3y4No era infrecuente en los antiguos museos contar con muestras así, pero hoy no queda ningún otro ejemplo de esta amplitud y variedad. Lo descubrí por sorpresa en 1986 (lo recuerdo bien) y quedé fascinado, no con las piezas que veía sino con poder vivir desde dentro la mezcla entre ellas; el hecho de conocer muchas y de saber que les correspondía estar en otros lugares, a cientos o miles de kilómetros, fue como vivir despierto una fantasía, penetrar en la burbuja de un sueño.

Cada vez que he vuelto al Museo he recordado y buscado otra vez esas salas. No es fácil dar con su entrada, no se comunican con las galerías principales, pero gracias a eso puedes llegar a encontrarte allí, como la primera vez que estuve, completamente solo. Y allí habito la fantasía; doy de nuevo el salto al teatro de la memoria, vivo el sueño, revivo sorpresas y descubro o construyo más recuerdos.

[fotografías tomadas en el Patio de copias en molde (Cast Court) 46a del Victoria & Albert Museum: Columna Trajana y, al fondo, Pórtico de la Gloria / Perseo de Gerhard, Cruz de Muiredach y, bajo el Pórtico de la Gloria, puertas de las catedrales de Pisa y Hildesheim / las Tres Gracias de Pilon, relieves de Colion y Crucificado de Gianbologna / Cruz de Irton, León de Brunswick y, al fondo, Tabernáculo de Zoutleeuw © Alfredo Aracil, 2013]

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