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·Arte y cultura

La pieza que más visitantes y expectación convoca a su alrededor en el British Museum es, en la actualidad, la Piedra Rosetta. No es el busto colosal de Ramsés II, ni los relieves asirios de La caza del león, las esculturas de los tímpanos del Partenón, las cariátides del Erecteion o la gigantesca Hoa Hakananai’a, traída de la Isla de Pascua. La estrella de la colección no es la pieza más grande ni la más antigua ni la más bella ni la de materiales más valiosos: es una piedra de apenas un metro de altura, poco más de dos mil años de antigüedad, rota por tres de sus bordes y con un aburrido decreto de un consejo de sacerdotes que ratifica el culto debido a Ptolomeo V, en el primer aniversario de su coronación.

Rosetta 2014 AracilNinguna de las cualidades objetivas de esta deteriorada estela le hubiera hecho merecer el interés enorme, casi devoción, que despierta de no ser por el hecho de que nos abrió la puerta a entender, por fin, el lenguaje jeroglífico y, con ello, a conocer de verdad el alma del viejo Egipto.

Y no fue esa la intención, claro, de quienes la tallaron en tres lenguas diferentes: en jeroglíficos porque se trataba de un decreto sacerdotal, en demótico porque era la escritura de uso vulgar cotidiano en aquella época ya tardía y en griego porque era la lengua del gobierno y la administración. Ni habría sido, tal vez, este su destino de no haber aparecido mientras los soldados de Napoleón excavaban, en 1799, para hacer los cimientos de la ampliación de un fuerte cercano a la ciudad de el-Rashid.

La escritura, en cualquier caso, y la posibilidad de leer la escritura de otros, tejió el guión de este festejo colectivo.

Piedra de Shabaka 2014 AracilLa escritura está presente en miles de piezas del Museo: sobre el cuerpo de reyes, animales mitológicos y batallas mesopotámicas, sobre los faldones de las estatuas cubo egipcias, sobre tablillas asirias de barro, bronces chinos, cerámica maya, marfil hindú, madera polinesia… En la planta baja, casi arrinconada por la popularidad de otras piezas vecinas (el gato Gayer-Anderson, la pequeña figura en granodiorita de Horus-halcón, la estatua sedente de Roy, sumo sacerdote de Ramses II…), hay una placa de basalto negro procedente de Menfis en la que el faraón Shabaka (25ª dinastía) mandó escribir, para conservar para la eternidad, el relato de la creación del mundo.

Shabaka quería dejar establecido que Ptah, dios supremo de Menfis, había jugado un papel decisivo en la configuración teológica del universo. «Ptah es el grandísimo, que da vida a todos los dioses y sus kas. Aquí, a través de este corazón y mediante esta lengua. Horus nació en él; Thoth nació en él como Ptah. La fuerza de la vida nació en el corazón y por la lengua y en todos los miembros, de acuerdo con la enseñanza de que él [el corazón] está en todos los cuerpos y ella está en las bocas de todos los dioses, todos los hombres, los rebaños, los reptiles y cualquier otra forma de vida…»

Piedra de Shabaka fragm 2014 AracilPero tantas veces las acciones más afanosas, los más ilusionados proyectos, quedan relegados con el paso del tiempo, cuando no perdidos o casi olvidados… Hoy, esa placa rectangular de 138 x 93 cm superpone, en su centro, a la epopeya cósmica de su relato una gran estrella de once puntas. No es un ornamento o una ilustración sino un espejismo: son cicatrices, huellas de la indiferencia; consecuencias de su irreverente utilización tiempo después, allí mismo, en Egipto, como simple piedra de molino.

[fotografías: La Piedra Rosetta entre visitantes; la Piedra de Shabaka; ídem, detalle. Alfredo Aracil, agosto 2014, British Museum]

«La intención primordial de este club es impulsar el deporte de ideas, proponiendo el desarrollo de la imaginacion dentro de las normas de un deporte», proclamaba en 1978 el grupo Passión (D.I.) [léase ‘Deporte de Ideas’] en el documento fundacional de su sección de water-polo. Para ello proponía eliminar «el carácter agresivo de la competición fomentando, en cambio, todas las facetas de expresión estético dinámicas, así como la cooperación activa entre los jugadores de ambos equipos, público y equipo arbitral». Y la idea no quedó en un simple manifiesto o un documento teórico sin más consecuencias que el sonriente aplauso de los colegas o la referencia que algún crítico o historiador pudiera, más adelante, escribir en algún papel; no, la idea fue llevada hasta sus últimas consecuencias y un equipo real, ‘Aquassión (Passión en el agua)’, debidamente federado, la puso en práctica en el campeonato nacional, jornada tras jornada, piscina tras piscina, frente a equipos campeones, jugadores internacionales, árbitros desconcertados y un público estupefacto y divertido.

Aquassión, 1978-79a«Desde los primeros años de la década de los 70, el intento de unir arte y vida hacía furor; aunque, la verdad, esto era cada vez más complicado y tedioso por el dogmatismo de las diversas corrientes del arte conceptual del momento», comentarán años más tarde Julio César Martínez y Jaime Aledo, dos de los protagonistas de esta experiencia singular. «Desde 1973 un colectivo fluctuante pero numeroso, unas cincuenta personas en total, mantenía una práctica artística relajada. Se trataba -explican- de un conceptualismo sin grandes pretensiones, en el que predominaba el humor y el desenfado; una crítica, desde dentro, de lo que entonces se llamaban nuevos comportamientos artísticos, y con una clarísima intención de hacer arte fuera de los circuitos artísticos habituales». Eran generalmente pequeñas acciones, irónicas y bienhumoradas, con moderada repercusión, a veces en la vida del barrio, otras en la prensa, en la universidad…, hasta que en septiembre de 1977 buena parte de ese potencial lúdico, ideológico, creativo, se aglutinó en un proyecto tan insólito como poderoso: introducir el arte en un mundo tan reglamentado, y tan popular, como el del deporte; crear un club deportivo para salir al encuentro de los demás (clubes, árbitros y público), respetando estrictamente las reglas pero sustituyendo la intención de competir por la de concurrir y ofrecer alternativas al tradicional objetivo de vencer al rival.

Así nació el club Passión (D.I.), inicialmente como equipo de baloncesto, que militó durante la temporada 1977-78 en la 3ª Categoría Regional de la Federación Castellana. No se excluía «la inspiración de la improviasción individual y colectiva», pero se elaboró un repertorio de jugadas («Muralla», «Fuga», «Pase misí», «Confraternización con tiro del árbitro», etc.) que constituiría la «columna vertebral» de sus acciones durante los encuentros. Se valoraba la indumentaria, la participación del público y especialmente «las posibilidades estéticas de la geometría del terreno de juego» para definir el movimiento de los jugadores individual y colectivamente: «cubrir una esquina es algo muy muy serio», comentarán años después Aledo y Martínez en un coloquio del foro Passión, otro deporte es posible, así como «hacer tangentes a una circunferencia» o «girar animado por la [fuerza] centrípeta para salir despedido».

Passión Jugadas 1977En las canchas se creaba espectación, la afluencia de público fue creciendo y en ocasiones se llegó incluso a lograr «una cierta comunicación con los otros equipos y con los árbitros, que en algunos momentos adoptaron comportamientos similares». Pero también hubo reacciones airadas de los ‘rivales’ ante lo que consideraban una burla, que llegaron en una ocasión a la suspensión del encuentro por parte del árbitro principal y la sanción al club «con 1.500 pts. de multa por antideportividad de sus jugadores Artº 255 y 245» del Reglamento de la F.E.B., según recogía el acuerdo del Comité de Competición de la Federación Castellana, firmado por su Secretario General y sellado el 25 de abril de 1978.

«Este acontecimiento -comentan Julio César Martínez y Jaime Aledo- desató una interesantísima polémica en torno a la esencia del concepto de competición en el deporte. Hubo un juicio en la Federación, el correspondiente recurso del club y, por fin, después de un careo entre el otro equipo, el árbitro y Passión, el dictamen absolutorio del Comité de Disciplina». No ser en el deporte ni competitivo ni siquiera competidor no podía ser considerado una indisciplina, dado el escrupuloso respeto que se imponía el nuevo club con el reglamento y con todos los participantes en el encuentro. Ser «conciliador» era una sorpresa, y una subversión irresistible llevarlo hasta sus últimas consecuencias.

Aquassión Jugadas 1978La temporada 1977-78 continuó, tras este incidente, sin contratiempos, y con un público «cada vez más fiel, entusiasta y participativo, ahora muy bien informado» por medio de panfletos con el ideario e intenciones del club, que se repartían antes de cada encuentro. Pero en la siguiente temporada «la asamblea de jugadores y socios decidió por unanimidad abandonar el baloncesto, suficientemente experimentado, e introducir sus revolucionarios planteamientos estéticos en otro deporte, que, a ser posible, fuera por todos desconocido», y se eligió el water-polo.

«Lo más interesante de esta nueva propuesta -apuntan- fue la libertad creativa que proporcionaban el absoluto desconocimiento de las tácticas de este deporte y la incorporación de la tercera dimensión, al ser posible bucear»…, y algo que resultó determinante, un auténtico regalo: el acceso a la categoría reina, lo que dio al proyecto dimensión nacional y la atención obligada de la prensa.

Aquassión 1978-79b«Quizá la nota más sobresaliente –leemos en enero de 1979 en el diario Marca, transcuridas diez jornadas– sea la goleada que, una vez más, encajó el Aquassion, de manos del Moscardó, ¡0-50!, que iguala el ‘record’ conseguido por el Concepción en la séptima jornada, sin que uno sepa hasta qué punto el peso de 412 goles en contra y sólo 5 a favor pueden mantener, seriamente, la moral de este equipo que, a nuestro entender, debió empezar por categorías más bajas antes de ser goleado por todos y cada uno de los equipos de primera categoría, a los que, por cierto, puede jugarles una mala pasada a la hora de que el gol averaje tenga que ejercer su función caso de empate a puntos»… Y es que, debido a la escasez de equipos no había «categorías más bajas» en la Federación; lo cambiaron al año siguiente para evitarlo, pero esa temporada había sólo una, la de los grandes equipos, a la que accedió directamente Aquassión sin levantar sospechas. Pocas propuestas artísticas podrían soñar con haber llegado tan lejos, y durante meses.

[fotografías: Aquassión, el equipo de water-polo, 1978-79; ilustraciones: esquema de jugadas creativas, con y sin la pelota, de la sección de baloncesto (temporada 1977-78) y la de water-polo (temporada 1978-79).
referencias: Julio César Martínez y Jaime Aledo, «El deporte conceptual», en Sin número. Arte de acción, Marta Pol i Rigau y Jaime Vallaure (coords.), Madrid, Círculo de Bellas Artes, 1996, pp. 147-158 / Fur Alle Falle, Passión, otro deporte es posible, en torneopassion.wordpress.com]

Me ha sucedido en Dresde hace poco más de un mes: el encuentro con un viejo conocido, un autómata barroco llamado Danza de los hotentotes que yo creía desaparecido en los bombardeos de 1945. Lo había descubierto (quiero decir que me enteré de su existencia, no que yo lo descubriera al mundo) a finales de los ’70 preparando mi memoria de licenciatura en Historia del Arte.

Está en el renacido Mathematisch-Physikalischer Salon que en 1728 fundó Augusto el Fuerte en el precioso complejo barroco del Zwinger. Esferas armilares, globos terráqueos, mapas, relojes, astrolabios, telescopios, históricas máquinas y herramientas para conocer, medir, sumar, calcular, asombrar… y buen número de autómatas; estos, provenientes en su mayoría de la Kunstkammer que casi dos siglos antes había inaugurado su antecesor Augusto de Sajonia.

Mathäus Rungel: HottentotentanzLeí casi incrédulo la ficha identificativa: «Autómata musical. Matthäus Rungel, Augsburgo, c.1625». No era una reconstrucción; había sobrevivido a los bombardeos y ahí estaba, orgullosamente cuidado y admirado en la primera sección del Salón de Matemáticas y Física: «Der Kosmos des Fürsten», el Cosmos del Príncipe. Es un mueble de madera oscura, algo más grande de lo que había imaginado, que aloja en su interior la maquinaria de un reloj y dos instrumentos musicales automáticos junto con los mecanismos de las figuritas autómatas: dos círculos de danzarines, uno formado por europeos y otro por ‘exóticos’ africanos, que se mueven entre un salón de baile con espejos y su terraza exterior; saltan y giran, del salón a la terraza y vuelta al salón, cada grupo ajeno al otro y todos al son de una música compartida.

Repaso ahora lo que escribí en 1979, en mi tesina, como quien relee con ternura una vieja carta de adolescente: «se conservan algunos [autómatas del Renacimiento y Barroco] y de otros nos han llegado descripciones más o menos precisas… La ‘Hottentotentanz’ (Danza de los hotentotes) fue construida por Matthaus Rungel; en ella los sonidos de un órgano y una espineta mecánicos acompañaban [sic, en pasado] los movimientos de las figuras». No había podido averiguar más; apenas una mención en el entonces reciente Barrel Organ, de Ord-Hume, publicado un año antes.

Alfred Chapuis y Edouard Gélis, en su magno estudio Le Monde des Automates, referencia desde su publicación, en 1928, para todos los que nos hemos acercado a este tema, ni siquiera lo citaron; sólo encontramos en su capítulo dedicado a «Horloges de table et pièces d’orfèvrerie a automates» unas líneas que entonces no pude atribuir: «En el Salón de física y matemáticas de esta misma ciudad [de Dresde], existe un reloj de mesa bastante grande con esfera circulante hecho en Augsburgo en el siglo XVII, que tiene sobre una galería unos grupos de danzarines; el conjunto, un poco rústico de aspecto, es sin embargo de una bella factura». Ahora estoy seguro de que se referían a mi redescubierto artefacto.

Superado por noticias y documentos mucho más precisos sobre autómatas similares y otros más interesantes, Hottentotentanz fue pasando en mis ficheros a un segundo y tercer plano hasta casi desaparecer. Cuando publiqué, fruto de mi tesis doctoral, el libro Juego y artificio. Autómatas y otras ficciones…, no lo mencioné. Pero el autómata, superviviente, aunque mudo y desaparecido para mí, seguía en pie en algún lugar, en Dresde.

Dresde, Mathematisch-Physikalischer SalonLa ciudad renace hoy hermosa y admirable de los destrozos del final de aquella guerra; laten ya con fuerza y nos hacen latir la Semperoper, el Residenzschloss con los tesoros y maravillas de la histórica y la nueva Grünes Gewölbe, la Frauenkirche, el Zwinger con su fuente en cascada, sus esculturas y museos de nuevo puestos en pie. No hay que dejar de ir y celebrarlo. Yo espero volver pronto. Su recuperación de lo que ayer tuvieron y hoy vuelven -volvemos todos- a tener, ha iluminado uno de mis lejanos y titubeantes primeros pasos estudiando los artificios, maravillas, prodigios y curiosidades que habitaron el cosmos de los príncipes más inquietos en la edad de oro de los autómatas.

*A Carmen Piqueras
[referencias. A. Aracil: La música y la máquina, Memoria de Licenciatura en la Fac. de Geografía e Historia de la Universidad Complutense, Madrid, 1979; A. Chapuis & E. Gélis: Le monde des automates. Étude historique et technique, 2 vols., París, 1928; A. W.J.G. Ord-Hume: Barrel Organ. The Story of the Mechanical Organ and How to Restore It, Londres 1978; A. Aracil: Juego y artificio. Autómatas y otras ficciones del Renacimiento a la Ilustración, Madrid, 1998]
[fotografías. A. Aracil, 2014, en el Mathematisch-Physikalischer Salon im Dresdner Zwinger. Arriba: dos detalles de la Hottentotentanz de M. Rungel, con el circulo de danzarines africanos a la izquierda y europeos a la derecha; al fondo, Verkeherte Welt (el mundo al revés), autómata atribuido a Hans Schlottheim, con un simio espléndidamente vestido que gobierna su mundo al son de dos timbales. Abajo: Anamorfosis catóptrica de una mariposa y un caracol, en la secc. ‘Der Lauf der Zeit’; Espejos para concentrar el calor y Bomba de vacío del histórico Gabinete de Física, en la secc. ‘Instrumente der AufKlärung’; Reloj astronómico del Elector Augusto de Sajonia, pieza maestra del Renacimiento, en la secc. ‘Der Kosmos der Fürsten’]

Voy de la mano de la melancolía desde hace muchos años. Y más gente se había ya entonces dado cuenta: a finales de los ochenta algún artículo en la prensa me había incluido entre los modernos melancólicos y alguna entrevista utilizó la etiqueta en el titular para definirme.

Muy poco después, en la primavera de 1990, titulé Nostalgia, Vanguardia y Melancolía en la música de nuestro tiempo un seminario de cinco lecciones que preparé para el recién creado Instituto de Estética y Teoría de las Artes, adscrito a la Universidad Autónoma de Madrid. Eso mismo, o casi, fui invitado a repetirlo los tres años siguientes, mientras el añorado Instituto existió…

Aracil Movimiento Perpetuo

[A comienzos de 2013, mi apreciado José Vallejo me pidió para la web de Geometría del Desconcierto una colaboración tan libre como yo quisiera en torno a la melancolía. Geometría del Desconcierto es un espacio de activismo editorial surgido en Granada y enraizado en el placer de compartir con los demás ideas y conocimiento. En pocas semanas iban a publicar An die Melancholie, el poema de Nietzsche, en una cuidada edición. De aquella colaboración traigo aquí unos fragmentos; recuerdo de recuerdos de años antes]

En aquellos seminarios […] utilizaba la palabra ‘melancolía’ no con un sentido histórico o psicológico estricto, sino como metáfora para definir la forma de enfrentarnos a la música o al arte muchos creadores en aquel momento, en los años 80 y ya en la década precedente. […] Lo que había llamado ‘melancolía’ era, por así decirlo, una actitud muy lejana a la idea de que la historia fuera un recorrido sin paradas ni descanso y que el presente fuera sólo un punto crítico entre el pasado y el futuro. Nos escapábamos de ese vértigo del tiempo que parecía envolver a [nostálgicos y vanguardistas]; si el tiempo no puede detenerse, nosotros sí, formulaba yo.

Para nosotros la historia no tenía por qué ser una línea como el tiempo: era una superficie. No era monodimensional. La historia, identificada así con cultura, es decir, con la memoria colectiva de lo que ha ocurrido y de lo que está ocurriendo, sería algo que se repartía por un área donde hay límites que se pueden encontrar y sobrepasar en muchas direcciones, no en una sola; y, siguiendo con este juego de imágenes y símbolos, en esta superficie cultural habría, por supuesto, burbujas dentro inexploradas.

Al escapar de la línea del tiempo para recorrer la superficie de la historia-cultura tal vez parecíamos inmóviles a los que en ese fluir imparable seguían arrastrados. Inmóviles y absortos, como tantas veces se representa la melancolía.

[…] De nada podíamos ni pretendíamos estar seguros. La melancolía está en mi caso unida a la duda y la indagación (no a la depresión o la tristeza, ya se habrá notado) y a la experiencia del tiempo. No he vuelto desde hace dos décadas sobre aquellas reflexiones, pero mis planteamientos siguen siendo más o menos aquellos. Y mis recorridos.

Miro ahora mi bloc de notas en Internet […] y descubro laberintos, límites sobrepasados, ficciones y fantasías, recuerdos, fragmentos, lecturas de María Zambrano («El claro del bosque es un centro en el que no siempre es posible entrar…»), Shakespeare (la despedida de Próspero, que es la suya, en La Tempestad), Beckett (la desesperanza de Winnie en Happy Days), Valente («Trazo un gran círculo en la arena / de este desierto o tiempo donde espero…»), Italo Calvino (sus juegos de prestidigitación con el lector en Si una noche de invierno un viajero), Ivetta Guerasimchuck («La diferencia entre el pasado, el presente y el futuro consiste, a fin de cuentas, en la cantidad de lo que hemos conocido…»), Pessoa («Leve, leve, muy leve, / un viento muy leve pasa…»), Baricco («es una música extraña… cuando la tocan bien es como oír sonar el silencio…»), Ibn Wașīf Šāh («Hay en el Océano una isla visible a distancia en el mar; cuando alguien quiere acercarse, ella se aleja escondiéndose…»), Borges (su idea de que casi el Universo entero podría incluirse en El libro de los seres imaginarios), Cernuda («Ni existe el mundo ni la presencia humana / interrumpe el encanto de reinar en sueños…») o Perec (una de sus morosas descripciones de lo habitual)…

Reencuentro por todas partes el aroma de esa forma de melancolía que en su día esbocé para explicarme.

[A. Aracil, «El tiempo y la melancolía», en Geometría del desconcierto/Cuadernos, geometriadeldesconcierto.com, publ. 07.03.13] [ver completo] [ref.cit.: Friedrich Niezsche, An die Melancholie, con introduc. de Juan Carlos Friebe, traduc. de Jesús Munárriz e ilustrac. de Jaime García. Granada, Geometría del Desconcierto Ediciones, 2013]
[ilustración: A. Aracil, Movimiento perpetuo (1992) fragm., Delaire Ed.]

«Todo cuanto hay en el mundo passa en cifra […]. Las más de las cosas no son las que se leen; ya no hay que entender pan por pan, sino por tierra, ni vino por vino sino por agua, que hasta los elementos están cifrados en los elementos […]. De modo que es menester ser uno muy buen letor para no leerlo todo al revés, llevando muy manual la contracifra para ver si el que os haze mucha cortesía quiere engañaros, si el que besa la mano querría morderla, si el que gasta mejor prosa os hace la copla, si el que promete mucho cumplirá nada, si el que ofrece ayudar tira a descuidar para salir él con la pretensión. La lástima es que hay malíssimos letores que entienden C por B, y fuera mejor D por C. No están al cabo de las cifras ni las entienden, no han estudiado la materia de intenciones, que es la más dificultosa de cuantas hay. Yo os confieso ingenuamente que anduve muchos años tan a ciegas como vosotros hasta que tuve suerte de topar con este nuevo arte de descifrar que llaman de discurrir los entendidos…».

Gracián por CardereraEs el Descifrador quien, en la tercera parte de El Criticón, explica esto a Andrenio, personificación del hombre inexperto, habitante y espectador asombrado del mundo. Ya había sacado Gracían esta idea en la primera parte de la novela, cuando nos cuenta que iba Andrenio muy reconfortado con el remedio que le habían dado «para poder vivir», que no era otro que mirar siempre el mundo «al contrario de los demás, por la otra parte de lo que parece», entendiendo las cosas «al contrario de lo que muestran…».

El Criticón diría yo que fue, con el Quijote y La Tempestad la fuente literaria que, cuando preparaba mi tesis doctoral, más me ayudó a entender la cultura y comportamientos de la Europa de los siglos XVI y XVII; cultura de la estupefacción, la melancolía, el desvarío, el juego, el engaño consciente… Gracián, Cervantes, Shakespeare, me enseñaron tanto o más que los tratados filosóficos a conocer, y en cierto modo revivir, aquella época. «Poco importa -vuelvo al Descifrador- ver mucho con los ojos si con el entendimiento nada, ni vale el ver sin el notar. Discurrió bien quien dijo que el mejor libro del mundo era el mismo mundo, cerrado cuando más abierto…».

[en B. Gracián, El Criticón, IIIª parte, Crisi 4ª: ‘El mundo descifrado’, Madrid, por Pablo de Val, 1657, y Iª parte, Crisi 7ª: ‘La fuente de los engaños’, Zaragoza, por Iván Nogués, 1651]
[ilustración: Baltasar Gracián, detalle, por Valentín Carderera, Iconografía española. Colección de retratos, estatuas, mausoleos…, Madrid, por Ramón Campuzano, 1855, ampl. 1864]

Hay un lugar en Londres donde la gran Columna de Trajano (Roma, año 114), cuidadosamente dividida en dos, convive con el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela (1168-88), y las preciosas figuras talladas en su día por el Maestro Mateo no enmarcan aquí los portones de su Catedral sino la Porta di San Ranieri (hacia 1180) de la de Pisa, a la izquierda, y las de San Bernardo con historias de Adán y Eva y la vida de Cristo (1015, en su origen para la Iglesia de San Miguel) de la de Hildesheim, a la derecha. Y mucho más, porque estas piezas maestras, columna, pórtico y puertas, no están solas; junto a ellas, el León en bronce que Enrique el León, Duque de Baviera y Sajonia, erigió frente a su Castillo en Brunswick, Alemania (1166), o la Cruz de Irton, del cementerio de la Iglesia de San Pablo, en Cumbria, Inglaterra (inicios del s.IX), o el Tabernáculo de San Leonardo del pueblecito de Zoutleeuw, Flandes (hacia 1552), cuya compleja ornamentación se dijo que podría esconder el secreto de la piedra filosofal.

V&A Cast Court 46a 1y2A pocos metros, el Cristo Crucificado de Gianbologna para la Basílica de la Anunciación de Florencia (1594-98) espera entre vendajes junto al relieve de Clodion con la alegoría del Verano para la casa del Conde de Marans en la rue de Bondy (1772; hoy rue René-Boulanger) en París; frente a él, el monumento fúnebre con las Tres Gracias encargado por Catalina de Medicis a Germain Pilon (1560) para alojar el corazón de Enrique II; a su lado, la Fuente con la figura de Perseo que Hubert Gerhard realizó (hacia 1585-90) para la Residenz de Munich y, muy poco más allá, la magnífica Cruz celta con escenas de la Biblia y los signos del zodiaco del cementerio del Mainistir Bhuithe (inicios del s.X; conocida como Cruz de Muiredach), la más bella de Irlanda.

La memoria -y la cultura, que es una de sus manifestaciones- es capaz de ondular el tiempo y el espacio y acercar lo lejano. Jugando con nuestros recuerdos o con aquello que imaginamos estamos acostumbrados a que eso ocurra;  lo provocamos queriendo o sin querer, pero es raro y emocionante vivirlo materializado. El lugar que describía es uno de los patios del Victoria & Albert Museum dedicados a las copias en molde; copias a tamaño real de algunas de las obras más admirables de la escultura europea cuando el museo se fundó.

VA Cast Court 46a 3y4No era infrecuente en los antiguos museos contar con muestras así, pero hoy no queda ningún otro ejemplo de esta amplitud y variedad. Lo descubrí por sorpresa en 1986 (lo recuerdo bien) y quedé fascinado, no con las piezas que veía sino con poder vivir desde dentro la mezcla entre ellas; el hecho de conocer muchas y de saber que les correspondía estar en otros lugares, a cientos o miles de kilómetros, fue como vivir despierto una fantasía, penetrar en la burbuja de un sueño.

Cada vez que he vuelto al Museo he recordado y buscado otra vez esas salas. No es fácil dar con su entrada, no se comunican con las galerías principales, pero gracias a eso puedes llegar a encontrarte allí, como la primera vez que estuve, completamente solo. Y allí habito la fantasía; doy de nuevo el salto al teatro de la memoria, vivo el sueño, revivo sorpresas y descubro o construyo más recuerdos.

[fotografías tomadas en el Patio de copias en molde (Cast Court) 46a del Victoria & Albert Museum: Columna Trajana y, al fondo, Pórtico de la Gloria / Perseo de Gerhard, Cruz de Muiredach y, bajo el Pórtico de la Gloria, puertas de las catedrales de Pisa y Hildesheim / las Tres Gracias de Pilon, relieves de Colion y Crucificado de Gianbologna / Cruz de Irton, León de Brunswick y, al fondo, Tabernáculo de Zoutleeuw © Alfredo Aracil, 2013]

01 John Cage nace en 1912, el 5 de septiembre, en Los Ángeles. 02 Un submarino diseñado por su padre, inventor polifacético, bate ese año el récord de inmersión. 03 1920-28: toma lecciones de piano. La música de Grieg, entre sus favoritas. 04 A los 12 años tendrá su programa semanal de radio, en la KNX de Los Ángeles 05 … emitía sus propias interpretaciones al piano y las de otros músicos de su grupo de Boy Scouts. […] 07 A los 15, representando a su escuela, gana el Concurso de Oratoria de Southern California, en el Hollywood Bowl; su discurso, Other People Think, era un llamamiento en favor de una conciencia pan-americana. […] 09 Rechazó la idea de que la composición es algo único e irrepetible para proclamar el «carácter único e irrepetible de la ejecución, de lo que está sonando en ese mismo instante». 10 5.830.000 resultados en 0,26″ de «John Cage» en Google (enero de 2013)…

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[Su primer encargo, por la Escuela de Educación Física de la Univ. of California (UCSC), fue el acompañamiento musical para un ballet acuático. «La danza del siglo XX habría sido muy distinta sin John Cage» empezábamos diciendo Elna Matamoros y yo hace unos meses en la revista Por la Danza, en un artículo que nos encargó  sobre él para publicar una vez cumplido el año conmemorativo del centenario de su nacimiento; la danza del siglo XX y, naturalmente, la música. Lo titulamos «Cage 101» y lo estructuramos básicamente en un solo párrafo de 101 frases, unas con información, otras con citas literales, con datos documentales otras, alguna con nuestra opinión… Hoy, 5 de septiembre, se cumplen los 101 años de su nacimiento; buen momento, pensamos ella y yo, para traer a nuestros blogs la referencia de aquello. Este enlace conduce al suyo, Once upon a chácena ]

16 «John Cage» en Spotify: más de medio millar de grabaciones de sus piezas. […] 18 Compondrá en 1939 la primera obra puramente electrónica de la historia, Imaginary Landscape #1, para una coreografía de Bonnie Bird. 19 «Creo que más adelante se considerará como un eslabón […] hacia la ilimitada música electrónica del futuro» (en una carta buscando patrocinio, ese año). […] 21 Tras terminar sus estudios secundarios con la nota más alta de la historia de su escuela entra en 1928 en Pomona College, Claremont, CA. 22 Experimenta preparar los exámenes cogiendo a ciegas libros distintos de los recomendados. Saca con ese método la mejor y la peor nota. 23 Se desentiende de la universidad. «Luego estudié sólo con personas cuyas ideas me interesaban, y aún sigo haciéndolo», dirá en 1968. 24 En 1930, en Mallorca, primeros intentos de componer («fallidos»). 25 «Desde Mallorca fui a Córdoba, Sevilla, Madrid, Toledo…, viajé en tren utilizando un kilométrico de tercera clase». 26 De vuelta, en 1931, a California descubrió la música de Schoenberg. Desarrolla un método que emplea dos series de 25 notas. 27 Envía su música a Henry Cowell, en 1933; éste le da algunas clases y le aconseja estudiar con Schoenberg…

[Schoenberg dijo de él que era «no un compositor sino un inventor genial»… y Cage de Schoenberg que fue «un magnífico profesor», además de «una maravillosa persona»]

29 Conoce a Oskar Fischinger, cuyas películas abstractas le impresionan. Según éste, «todo tiene un espíritu que puede ser liberado por medio de su sonido». 30 «Empecé a hacer sonar todo lo que veía. Lo exploraba todo a través de sus sonidos». […] 34 Para acompañar el ballet Baccanale, de Syvilla Fort, ingenia en 1938 el primer ‘piano preparado’.[…] 37 Entre 1939 y 1942 se hizo cargo de la enseñanza de música experimental en el IIT Institute of Design de Chicago (New Bauhaus), fundado por Moholy-Nagy. […] 39 Se traslada a Nueva York en 1942. Allí reencuentra a Merce Cunninghan, solista entonces de la compañía de Martha Graham. 40 Otros contactos en sus primeros meses neoyorkinos: Marshall McLuhan, Salvador Dalí, Marcel Duchamp, Piet Mondrian, Robert Rauschenberg, Jackson Pollock, Max Ernst, André Breton… 41 1942: Estreno de Credo in US, por Merce Cunngham y Jean Erdman, con música de Cage. 42 1943: el 7 de febrero, primero de sus conciertos con Cunningham en el MoMA, First Construction (in Metal). Fue su espaldarazo en los medios vanguardistas de Nueva York. […] 49 1951: entra en contacto con Morton Feldman y, a través de él, con David Tudor, Christian Wolff… Wolff le muestra el I Ching. 50 1952: Happening en Black Mountain College, con Cunningham, Rauschenberg, Tudor… 51 «Era [aquello] una pieza muy dividida en compartimentos. Necesité muchas operaciones de azar para llegar a todas esas especificaciones»…

[En 1952 David Tudor estrenó en Woodstock 4’33»; la partitura simplemente dice: I. Tacet, II. Tacet, III. Tacet. De 1940 data Living Room Music, para percusión y 4 hablantes; como percusión proponía Cage «todos los instrumentos que se puedan encontrar en un cuarto de estar: muebles, libros, periódicos, ventanas, paredes, puertas…». En 1948 escribió Suite for Toy Piano, para un juguete con sólo nueve teclas blancas, del Mi al Fa. En 1968 presenta en Toronto Reunion, una partida de ajedrez entre Marcel Duchamp y él sobre un tablero amplificado. La obra duró lo que duró la partida. En Cheap Imitation (1969, orq. 1972) reemplazará cada una de las notas de una composición original de Satie por otras obtenidas aleatoriamente…]

CageSpeliotis199257 Invitado por Luciano Berio y Bruno Maderna, trabaja en el otoño de 1958 en el Studio di Fonologia della RAI, en Milán. 58 Conoce allí a Juan Hidalgo y Walter Marchetti, que más tarde fundarán ‘zaj’. 59 Se presenta como especialista en micología al programa-concurso Lascia o Raddoppia, de la televisión italiana, en el que permaneció 5 semanas. 60 Aprovecha los programas de Lascia o Raddoppia para presentar algunas composiciones suyas; entre los espectadores, interés, sorpresa, estupefacción. 61 Se incrementa su actividad como conferenciante, profesor, intérprete; giras por Europa y Japón junto a David Tudor y a la MCDC (Merce Cunningham Dance Company). 62 En la New School de Nueva York imparte clases sobre identificación de hongos y setas. 63 «Cuando dejamos que los sonidos sean ellos mismos, exigen a quienes los escuchan que lo hagan sin tenerlos que poner a prueba».

[Entre los libros y escritos que publicó: Silence (1961), A Year from Monday (1968), Notations (1969), M (1973), Empty Words (1979), X (1983)…]

73 «Ahora, cuando tienes una idea, estás casi seguro de que algún otro también la tiene y de que además está haciendo algo sobre ella». […] 76 1985: primera biografía de John Cage desde España. La escribe Llorenç Barber para el Círculo de Bellas Artes, Madrid. […] 79 «La claridad es fría, matemática, inhumana, pero básica y directa». […] 85 «Trato de no repetir las cosas que ya se cómo son». 86 1992: muere Cage el 12 de agosto en Nueva York, semanas antes de su 80 cumpleaños. 87 1993: el Museum of Contemporary Art de Los Ángeles presenta ‘Rolywholyover  A Circus’, una compleja exposición («composición para museo», definió Cage) que llevaba preparando con el artista desde años antes. Fue casi un testamento. 88 Una caja de metal reflectante diseñada con él («el mundo es vasto; demos la impresión de que estos materiales son infinitos») con documentos de todo tipo se puso a la venta a modo de catálogo. 89 1993: se crea el John Cage Trust, para reunir, organizar, preservar, difundir, su obra, www.johncage.org/about.html […] 95 «No me interesan los sonidos llenos de significado». 96 2004: Se estrena en Edimburgo Views on Stage, última pieza de Cunningham con música de Cage. 97 «El soporte de la danza no hay que buscarlo en la música sino en quien danza, en sus dos pies, por supuesto, y a veces en uno». 98 2009: muere Merce Cunningham el 26 de julio. […] 101 «Si algo te aburre durante dos minutos, prueba durante cuatro. Si aún te aburre, prueba durante ocho minutos. Luego durante dieciséis. Después, durante treinta y dos. Al final uno descubre que no era aburrido en absoluto».

[de E. Matamoros y A. Aracil, «Cage 101», Por la Danza, nº 98 (marzo 2013, Madrid), pp. 84-89] [ver completo en pdf]
[ilustraciones: último retrato profesional de Cage, durante una fiesta sorpresa días antes del que hubiera sido su 80 cumpleaños © Steven Speliotis, cedido gentilmente para el artículo / Cage 101, primera página en Por la Danza]

«Tiene una estrella sobre cada uno de los peines, también una sobre cada uno de los extremos del codo, una más sobre cada uno de los hombros, una sobre el puente y otra más de intenso brillo blanco sobre el dorso. Suman un total de ocho estrellas».

Lyra[Eratóstenes de Cirene, que vivió en la segunda mitad del s.III a.C., fue rector de la Biblioteca de Alejandría y autor de libros y tratados de muy diversa índole: geografía (con un cálculo de la circunferencia de la Tierra muy cercano a lo que hoy sabemos), crónicas (desde la caída de Troya, en 1.184 a.C., hasta Alejandro Magno), matemáticas (donde discutió algunas definiciones relacionadas con principios musicales), poesía épica (sobre Hermes) y elegíaca, un extenso tratado sobre la comedia clásica… y con su firma nos ha llegado una obrita, Catasterismos («Transformación en estrellas»), de la que tomo estos párrafos dedicados a la constelación Lira.

Hoy parece claro que Catasterismos no es exactamente obra suya. Seguramente a Eratóstenes se remonta el trabajo inicial, al que los siglos añadieron interpolaciones, cambios y glosas antes de llegar hasta nosotros]

«Este instrumento musical fue inventado por Hermes a partir del caparazón de una tortuga y de los cuernos de las vacas de Apolo; tenía siete cuerdas, en recuerdo de las hijas de Atlas. Se la entregó a Apolo, quien después de entonar un canto con ella se la regaló a Orfeo […], que amplió el número de cuerdas a nueve en honor de las Musas, mejorándola con mucho. Orfeo fue muy apreciado entre los hombres, hasta el extremo de que se sospechaba que embelesaba a las fieras y hasta las piedras con su canto.

Orfeo dejó de honrar a Dioniso y empezó a venerar a Helio como si fuera el principal dios, al que también llamaba Apolo. Una noche se desveló y al amanecer se dirigió al monte Pangeo para contemplar la salida del Sol, a fin de ser el primero en ver al dios Helio. Esta fue la causa de que el dios Dioniso, irritado, azuzara contra él a las Basárides […], que lo despedazaron y desperdigaron cada uno de sus miembros. Más tarde las Musas los reunieron y les dieron sepultura en un lugar llamado Libetra.

Como no sabían a quién asignar la lira pidieron a Zeus que la transformara en una estrella, a fin de que permaneciera en el firmamento como recuerdo del poeta y de ellas mismas. Zeus accedió y allí fue colocada…»

[Eratóstenes de Cirene (atrib.): Καταδτεριδμοι; trad. y estudio (por Antonio Guzmán Guerra) Eratóstenes, Mitología del firmamento, Madrid, Alianza, 1999]

Sonatas. Ensayo en el Teatro de la ZarzuelaEsa viga horizontal en el centro de la fotografía marca la línea donde enlazan la música y la danza: debajo de ella, el foso de la orquesta; arriba, el tapiz blanco del escenario. En el foso están terminando de colocarse ante sus atriles los músicos de la Orquesta de la Comunidad de Madrid; los bailarines de la Compañia Nacional de Danza se preparan arriba.

La imagen la tomé ayer en el Teatro de la Zarzuela, en Madrid, minutos antes de que empezara el ensayo de ‘Sonatas’, una coreografía de José Carlos Martínez sobre seis sonatas para tecla de Domenico Scarlatti (K 39, 159, 208 y 427) y Antonio Soler (R 45 y 118) de cuya adaptación y orquestación me he ocupado estos últimos meses.

No es esta mi primera experiencia con la danza, pero sí la más más apasionante. Seguí este invierno el proceso de ensayos de la coreografía, sus primeras representaciones (con piano hasta hoy), sus sucesivos retoques y adaptaciones a un número variable de bailarines… y me sumergí en la orquestación con la idea de ser tanto o más fiel a las coreografías de cada pieza que a las partituras originales.

La última semana viví los ensayos musicales en la sede de la orquesta, al norte de la ciudad, mientras sabía que los bailarines, varios kilómetros al sur, en la sede de la compañía, repasaban su ballet. Ayer fue el día que unos y otros, apenas separados por unos centímetros, minutos después de que tomara esta fotografía, se encontraron.

[fotografía: Compañía Nacional de Danza (director, José Carlos Martínez) y Orquesta de la Comunidad de Madrid (dirigida por Marzio Conti) en el Teatro de la Zarzuela, Madrid, junio 2013 © Alfredo Aracil]

Me refiero a las lonas que cubren los pabellones de la Nave de Música de Matadero Madrid. Un coloquio me llevó este otoño allí para hablar sobre el papel e influencia de los programadores, críticos, editores, en la creación de enfoques y tendencias de difusión o consumo musical; estaba organizado por iniciativa de la siempre activa Susan Campos, para la sección Sound-In de Estampa.

Estampa es una veterana feria de arte múltiple que surgió, de ahí el nombre, dedicada a las artes gráficas y que de un tiempo a esta parte ha incorporado también las grabaciones sonoras, otra de las formas -imagino que la más potente en términos socioeconómicos y quizá también estéticos- de producción artística en serie.

Empezando así esta nota podría continuar comentando cómo la radio y el disco han marcado un antes y después en la historia de la música; cómo han supuesto la segunda verdadera revolución, pienso yo, tras la invención de la escritura. O bien, recordar que el gran debate sobre los valores y problemas de la reproductibilidad del arte -la pérdida del aura, las ficciones del éxito- se produjo tomando como base de reflexión la fotografía y el cine (Walter Benjamin) o la música, los discos (Theodor W. Adorno). Pero en realidad lo que yo quería es simplemente compartir las imágenes que encontré allí mirando hacia las nubes.

¿No es frecuente mientras piensas lo que hablas o piensas en lo que escuchas -mientras piensas, en definitiva- mirar hacia arriba? Creo que leí en algún sitio que inconscientemente lo que hacemos así es facilitar el riego sanguíneo en determinada área del cerebro, pero no estoy seguro de que esto no sea más que pura imaginación por mi parte. En cualquier caso, me descubrí bajo un precioso cielo de rayas de distintos colores y, de eso sí doy fe, encontrarme tan bien cubierto como bien acompañado me llevó a sentirme bien a gusto.

[fotografías: lonas de la Nave de Música en Matadero Madrid, octubre 2012 © Alfredo Aracil]