Una cara invisible del paisaje

Somos oyentes del mundo y ganar en sensibilidad hacia los sonidos que provocamos y hacia los paisajes sonoros que nos rodean nos hace vivir más intensamente los lugares que habitamos y visitamos, y conocerlos mejor, porque el sonido es elemento primordial de un entorno…

[Todo paisaje, todo entorno tiene una parte visible, lo que nuestra vista capta, y otras invisibles que se manifiestan al tacto, el oído, el olfato, el recuerdo, el anhelo… Caras invisibles y algunas de ellas, por desgracia, casi inexistentes para muchos.

Mis amigos Cristina Palmese y José Luis Carles me pidieron hace unos años el prólogo a un estudio y trabajo de campo que junto a Antonio Alcázar acababan de hacer sobre los paisajes sonoros de Cuenca. Muy poco antes, Carles y yo habíamos colaborado en la organización de las primeras ediciones de los Encuentros Iberoamericanos sobre Paisajes Sonoros, en el marco del Festival América-España que durante dos ediciones [2007 y 2008] promovió la Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE).

Un breve repaso a la presencia de los sonidos como parte de un lugar o de una acción, especialmente en la música, me llevaba al actual paisajismo sonoro una vez que la posibilidad de grabar, preparar, conservar y reproducir el sonido de un entorno, o en un entorno, alcanzaría en la década de 1950 el desarrollo necesario para llevarlo a cabo…]

Paisaje Sonoro 2010 CascareiraLa grabación del sonido, del mismo modo que nos permite escuchar a intérpretes con los que nunca hemos coincidido en ningún lugar ni en ningún momento, nos permite conocer paisajes sonoros lejanos, paisajes de lugares, entornos o condiciones ambientales en los que nunca hemos estado. La grabación actúa como un telescopio en algunos casos, reuniendo sonidos demasiado lejanos o alejados entre sí como para percibirlos por nosotros mismos en su conjunto, como microscopio en otros, acercando o amplificando sonidos demasiado débiles para nuestro oído en condiciones normales, en otros como recipiente, donde mezclar elementos separados en el tiempo o el espacio, como laboratorio también, donde manipular los sonidos originales (iluminarlos, ensombrecerlos…), cambiar las relaciones entre ellos (combinarlos, aislarlos…) y casi lo que la imaginación nos pida, o como espacio intelectual y poético alternativo, donde podemos centrarnos casi exclusivamente en el sonido de los sonidos sin distraernos con la imagen de la fuente que los produce. Hay, gracias a la grabación, una relación nueva entre espacio, sonido y conciencia que nos ha conducido a experimentar nuevas formas y actitudes de escucha, fruto precisamente de la escucha a ciegas.

Desvelarnos una de las caras invisibles de un lugar cualquiera, la que se nos manifiesta con la escucha, es lo que nos ofrecen los paisajistas sonoros, más importantes hoy que nunca pues nos hablan de música y también de ecología, sociología, arquitectura…, es decir, de ciencia y técnica y de ética y de estética.

[A. Aracil, «Una cara invisible del paisaje», en Paisajes sonoros de Cuenca; Cristina Palmese, José Luis Carles & Antonio Alcázar, autores principales y eds.
 (Cuenca), Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2010, pp. 7-9] [ver completo en pdf]
[ilustración: toma de sonido en la Cascareira, Navia, Asturias, agosto 2010 © Alfredo Aracil]

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