La lira de Orfeo

«Tiene una estrella sobre cada uno de los peines, también una sobre cada uno de los extremos del codo, una más sobre cada uno de los hombros, una sobre el puente y otra más de intenso brillo blanco sobre el dorso. Suman un total de ocho estrellas».

Lyra[Eratóstenes de Cirene, que vivió en la segunda mitad del s.III a.C., fue rector de la Biblioteca de Alejandría y autor de libros y tratados de muy diversa índole: geografía (con un cálculo de la circunferencia de la Tierra muy cercano a lo que hoy sabemos), crónicas (desde la caída de Troya, en 1.184 a.C., hasta Alejandro Magno), matemáticas (donde discutió algunas definiciones relacionadas con principios musicales), poesía épica (sobre Hermes) y elegíaca, un extenso tratado sobre la comedia clásica… y con su firma nos ha llegado una obrita, Catasterismos («Transformación en estrellas»), de la que tomo estos párrafos dedicados a la constelación Lira.

Hoy parece claro que Catasterismos no es exactamente obra suya. Seguramente a Eratóstenes se remonta el trabajo inicial, al que los siglos añadieron interpolaciones, cambios y glosas antes de llegar hasta nosotros]

«Este instrumento musical fue inventado por Hermes a partir del caparazón de una tortuga y de los cuernos de las vacas de Apolo; tenía siete cuerdas, en recuerdo de las hijas de Atlas. Se la entregó a Apolo, quien después de entonar un canto con ella se la regaló a Orfeo […], que amplió el número de cuerdas a nueve en honor de las Musas, mejorándola con mucho. Orfeo fue muy apreciado entre los hombres, hasta el extremo de que se sospechaba que embelesaba a las fieras y hasta las piedras con su canto.

Orfeo dejó de honrar a Dioniso y empezó a venerar a Helio como si fuera el principal dios, al que también llamaba Apolo. Una noche se desveló y al amanecer se dirigió al monte Pangeo para contemplar la salida del Sol, a fin de ser el primero en ver al dios Helio. Esta fue la causa de que el dios Dioniso, irritado, azuzara contra él a las Basárides […], que lo despedazaron y desperdigaron cada uno de sus miembros. Más tarde las Musas los reunieron y les dieron sepultura en un lugar llamado Libetra.

Como no sabían a quién asignar la lira pidieron a Zeus que la transformara en una estrella, a fin de que permaneciera en el firmamento como recuerdo del poeta y de ellas mismas. Zeus accedió y allí fue colocada…»

[Eratóstenes de Cirene (atrib.): Καταδτεριδμοι; trad. y estudio (por Antonio Guzmán Guerra) Eratóstenes, Mitología del firmamento, Madrid, Alianza, 1999]

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