El Festival América-España: dos ediciones y un proyecto

El Festival América-España fue una iniciativa de la OCNE para descubrir y difundir ante un público amplio nuestro patrimonio más cercano y tantas veces mal conocido: la música española e iberoamericana; se haría a través de la recuperación de partituras poco frecuentes, el repaso del gran repertorio, la atención por las más recientes creaciones, investigaciones y experiencias… Para la recién publicada Memoria de la Orquesta y Coro Nacionales de España relativa al periodo 2003-2012, el correspondiente a la dirección de Josep Pons, me pidieron un artículo sobre este festival, del que fui director artístico. De ahí extraigo estas notas…

«Conciertos sinfónicos, corales y de cámara, encuentros, conferencias, debates y coloquios constituyeron los programas de este Festival con dos ediciones en el escenario (2007 y 2008) y una tercera que se quedó en los camerinos por los reajustes presupuestarios que, casi de la noche a la mañana, la institución se vio obligada a hacer.

A comienzos de 2007 me llamó el maestro Josep Pons para hablarme de la idea y valorar conmigo la posibilidad de que me hiciera cargo de su planificación y coordinación. Nos reunimos dos días después Jesús Clavero, entonces Director Técnico de la OCNE, él y yo, y enseguida pasamos de las dudas y preguntas a esbozar posibilidades a medio plazo y, casi sobre la marcha, a concretar necesidades más o menos urgentes para levantar el telón en junio, tras la clausura de la temporada de abono. Ya se habían programado seis conciertos en el Auditorio Nacional, se había hablado con la Residencia de Estudiantes para celebrar allí unas mesas redondas y un concierto aún pendiente de concretar, y se había publicado un llamativo avance para difundir el proyecto…»

Se trataba ahora de completar el programa de esa primera edición, empezando a imprimirle un sello que se iría desarrollando y afianzando en ediciones sucesivas. Para completar el ciclo ya programado de conciertos en el Auditorio Nacional [más detalles del programa en el artículo completo, en pdf] pensé en un recital de clausura en la Residencia de Estudiantes con canciones de autores españoles y americanos, con idas y vueltas constantes a uno y otro lado del océano: habaneras de Sebastián Iradier, pentagramas de los argentinos Carlos Guastavino, Juan José Castro y Pedro Sáenz para versos de Quevedo, Alberti, García Lorca, Unamuno, del mexicano Salvador Moreno para Garcilaso, Cernuda y Ramón Gaya, de Rodolfo Halffter para Sor Juana Inés de la Cruz, de Nin-Culmell para José Martí, y las Canciones negras de Montsalvatge; un recital bordado por Elena Gragera y Antón Cardó. Si presentar obras de aquí y allá era ya importante, buscar aquellas en las que una y otra orilla se encontraban era, pensaba yo, la mejor forma de decir adónde queríamos llegar.

Un coloquio en el Círculo de Bellas Artes sobre el patrimonio musical iberoamericano y otro en la Residencia de Estudiantes sobre la creación musical hoy, enmarcaron lo que probablemente fue una de las aportaciones más singulares del Festival: el primer Encuentro Iberoamericano sobre Paisajes Sonoros; una iniciativa que sobreviviría al propio Festival gracias al empeño de su coordinador, José Luis Carles, y al interés y complicidad de la Residencia de Estudiantes y la Universidad Autónoma de Madrid.

«El Paisaje Sonoro –comento en el artículo– es una disciplina, o una multi-disciplina, que se mueve en un ámbito de planteamientos muy abierto, desde la  composición musical o la comunicación a la ecología, la contaminación acústica, el patrimonio inmaterial, la pedagogía, la geografía, la arquitectura, el urbanismo… Con el fin de intercambiar información y compartir experiencias sobre nuestra diversidad sonora, el Festival América España 2007 acogió y organizó un primer Encuentro Iberoamericano en el Auditorio Nacional de Música con conferencias, audiciones y debates durante cuatro jornadas […]. Fue una magnífica oportunidad para discutir, escuchar e intercambiar ideas y experiencias entre especialistas muy distintos (arquitectos, compositores, musicólogos, antropólogos, filósofos…), de procedencias diferentes (Uruguay, Brasil, Chile, Argentina, España…) y dar a conocer estas cuestiones a cualquier persona interesada o curiosa. La repercusión fue notable. […]

El segundo Festival, programado ya con tiempo por delante y contando con las experiencias del primero, programó dos estrenos mundiales y muchas otras interesantes partituras de España y de América, conocidas y casi desconocidas, desde el Renacimiento hasta hoy, un nuevo Encuentro Iberoamericano sobre Paisajes Sonoros, en torno al agua esta vez, y un Ciclo de conferencias y conciertos dedicados al Barroco en América.

Los conciertos en el Auditorio Nacional de Música formaron la columna vertebral del certamen, con estrenos de Juan José Colomer y Alicia Díaz de la Fuente (encargos de la OCNE para el Festival), recuperaciones de partituras del barroco en América y la interpretación de importantes partituras de Tapia Colman y María Teresa Prieto estrenadas en su exilio americano y no presentadas hasta entonces en España, junto a obras célebres de Sarasate, Mompou, Granados o Ginastera y algunas menos frecuentes de Albéniz, Orbón, Guridi y otros grandes compositores.

El 19 de junio se abrió el Festival con un programa tan ‘mestizo’ como el que había cerrado la edición anterior: la Camerata Renacentista de Caracas, que dirige Isabel Palacios, ofreció un colorista programa de negriyas, villancicos, juguetes y mestizos en los Virreinatos […]. Al día siguiente, la Sinfónica de Tenerife, inaugurando lo que hubiera sido la tradición de invitar cada año una orquesta al Festival, presentó bajo la dirección de Edmon Colomer un programa de obras de autores españoles y americanos del siglo XX: el madrileño José Luis Turina, el mexicano Mario Lavista, el argentino (afincado en Europa los últimos años de su vida) Alberto Ginastera y el asturiano (afincado en América tras nuestra guerra civil) Julián Orbón, con el Cuarteto Bretón como solista […].

Vino luego un recital homenaje a Sarasate en el centenario de su muerte, con piezas bien conocidas de Pablo Sarasate junto a interesantes muestras de otros dos grandes violinistas españoles, Joan Manén y Manuel Quiroga, a cargo de Ane Matxain, concertino de la ONE, acompañada al piano por Amaia Zipitria. Dos días después, La Grande Chapelle, que dirige Albert Recasens, ofreció un panorama de la música policoral en el Nuevo Mundo, con obras de Francisco López Capillas, Carlos Patiño, Juan Gutiérrez de Padilla, Gaspar Fernandes, Tomás de Torrejón y Velasco, Cristóbal Galán, Sebastián Durón, Juan de Araujo y una página atribuida a Blas Tardío de Guzmán.

En los dos últimos conciertos tuvimos ocasión de escuchar los dos estrenos del Festival; el primero, una pieza de Alicia Díaz de la Fuente para coro y órgano, La noche en ti no alterna, sobre textos del peruano Pablo de Olavide, en un ambicioso programa del organista Raúl Prieto Ramírez y el Coro Nacional de España, dirigido por su titular, Mireia Barrera. Obras para órgano solo, coro a cappella y coro y órgano de Jesús Guridi, Norberto Almandoz, Isaac Albéniz, Vicente Goicoechea, Juan Alfonso García, Eduardo Torres, Manuel Blancafort y Federico Mompou enmarcaron el estreno. La clausura corrió a cargo de la Orquesta Nacional de España dirigida por José Luis Temes, con un programa centrado en obras de autores españoles compuestas en el continente americano; era el caso del estreno de Juan José Colomer (La complicidad del espectro), valenciano residente en Los Ángeles, o del segundo Interludio de Goyescas, escrito por Enrique Granados en Nueva York; también fueron escritas en América el Concierto para violín y orquesta de Simón Tapia Colman, que contó con la participación como solista de Ara Malikian, y la Sinfonía de la Danza Prima (Sinfonía III) de María Teresa Prieto.

Bajo el título El Barroco Transatlántico, tres conferencias en la Casa de América, en colaboración con el proyecto The Hispanic Baroque de la Universidad de Western Ontario y el Consejo de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades de Canadá, nos mostraron el barroco en América como fenómeno cultural inter-continentes, la importancia y singularidad de su música, la conservación de ese patrimonio y su pervivencia, de generación en generación, en algunas comunidades hasta hoy…». El profesor Juan Luis Suárez, director del proyecto, y Mikaela Vergara, coordinadora de su rama musical, abrieron el ciclo, en el que intervinieron también el musicólogo polaco Piotr Nawrot, profesor en Bolivia del Conservatorio Nacional de Música de La Paz y el director y musicólogo peruano Aurelio Tello, afincado en México, donde dirige la Capilla Virreinal de la Nueva España.

«Y el segundo Encuentro Iberoamericano sobre Paisajes Sonoros se desarrolló, esta vez en la Residencia de Estudiantes, en torno al tema Los sonidos del agua. De nuevo un grupo de artistas, antropólogos, arquitectos, ecologistas, profesionales de la radio e historiadores provenientes de distintos países reflexionó, informó, ofreció ejemplos grabados y debatió sobre aspectos tan cercanos y diversos como, en esta ocasión, el rumor de los ríos, los glaciares, los juegos de agua en parques y jardines, el eterno ir y venir del sonido de las olas en el mar, el profundo resonar sin fin de los torrentes de montaña o las grandes cataratas, capaces de marcar acústicamente amplios territorios, los distintos ruidos de la lluvia, la cualidad especial con la que nuestros sonidos cambian en días de niebla o de nieve… […]

Este segundo Festival ofrecía ya unas señas de identidad más claras, se había extendido el repertorio hasta la música antigua, los programas buscaban en lo posible no sólo la suma de composiciones aisladas sino los contactos entre España (o los españoles) y América (los americanos), y se había iniciado un programa de promoción y difusión en busca de un nuevo público entre los estudiantes, los iberoamericanos residentes en Madrid, cada vez más numerosos, y ya que nuestro repertorio no era el habitual de los aficionados, digamos, menos inquietos, un encuentro con aquellos más abiertos a conocer y disfrutar lo que está más allá de la rutina. […] Se creó un círculo de Amigos del Festival en el que se integraron, ya en esta primera oportunidad, 38 instituciones, entre escuelas de música, conservatorios, universidades, asociaciones culturales… y través del cual asumieron un papel activo en nuestra campaña de difusión de los programas y captación de público. […]

Y así se abordó la preparación del tercer Festival. En el libro-programa de la Temporada 2008/2009 se anunciaban ya las claves de su contenido: de nuevo conciertos sinfónicos, corales y de cámara, en el Auditorio Nacional, presentando música desde el Renacimiento hasta el siglo XXI, formando la columna vertebral del programa, con especial atención ese 2009 a Isaac Albéniz, Ruperto Chapí, Francisco Tárrega y Heitor Villa-Lobos, para celebrar sus aniversarios, y a una figura tanto de la interpretación como de la musicología, Bruno Turner, nombre capital en la recuperación de nuestra polifonía del Renacimiento y primer Barroco. El III Festival América-España nos anunciaba, un año más, conferencias y coloquios sobre músicas y otros aspectos relevantes recogidos en los conciertos o reflejados en ellos, y un nuevo Encuentro Iberoamericano sobre Paisajes Sonoros, el tercero, con la presencia de importantes especialistas. Todo con la ayuda y participación de un número creciente de instituciones y amigos, comprometidos con la iniciativa.

Me constan las dificultades presupuestarias a las que se tuvo que enfrentar la OCNE en los meses finales de 2008 y estoy seguro de lo difícil que tuvo que ser para sus responsables, con el maestro Pons en primer lugar, tener que prescindir de proyectos que ellos mismos habían imaginado y con los que se sentían tan identificados. Ahí quedan, al menos, las grabaciones de todos los conciertos en sus archivos, los resúmenes en Internet de los encuentros, conferencias y coloquios, el buen recuerdo de los asistentes y la sensación de que esa idea, primero, y proyecto, después, era posible y el camino quedaba abierto.»

[A. Aracil: «El Festival América-España: dos ediciones y un proyecto», en Memoria OCNE. Josep Pons. 2003-2012, Madrid, Orquesta y Coro Nacionales de España, 2011, pp. 72-77; trad. «The America-Spain Festival: two Editions, one Project», pp. 172-177] [descargar pdf]

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