Viejas y queridas zarzuelas

Apuntes personales y un disparate prestado…

«¿Cuántos años han de pasar sin que se componga una nueva obra para dar un género por muerto? ¿Cuantos llevamos ya sin asistir al estreno de una nueva zarzuela?… ¿Daríamos por bueno su certificado de defunción? Tengo la impresión de que no ¿verdad?, pero creo que tampoco imaginamos, a estas alturas, la sorpresa de una nueva y convincente partitura.

Desde el punto de vista de la creación, el futuro del género no parece que exista a menos que se produzca un nuevo salto de estilo, como el que tuvo lugar a mediados del siglo XIX con Hernando, Oudrid, Gazambide, Inzenga y Barbieri, creadores de la Sociedad Artística y, con ella, de la zarzuela moderna. Poco iban a tener que ver sus nuevas páginas con el teatro mitológico que tiempo atrás habían llenado de músicas celestiales y pastoriles Hidalgo, Durón, Literes, José de Nebra, o con las sentimentales y refinadas propuestas de Boccherini, Rodriguez de Hita… Poco tenían que ver ya los espectadores y los escenarios: del publico aristocrático de la corte habíamos pasado a la burguesía y las clases populares, que llenaban los teatros y, con el pago de sus entradas, costeaban las funciones.

Cabría pensar en un nuevo salto de escenario y de espectadores; un salto a grandes pabellones o incluso a la pantalla (del cine, el televisor o el ordenador) y para un público de nuevo muy amplio, de ese que forma la masa consumidora de productos de entretenimiento cercanos a la cultura. O, puestos a imaginar, cabría también hacerlo en sentido contrario, en nuevos espectáculos muy minoritarios, quizás alambicados, un ars subtilior zarzuelense, permítaseme la broma, del siglo XXI. ¿Se habrá diluido en el musical de nuestros días? ¿Existirá ya una neo-nueva zarzuela, tan cambiada que aún no la hemos identificado y no le hemos puesto el nombre?

Todo es posible. A lo mejor tiene que pasar más tiempo para que renazca de sus cenizas. De momento esos nuevos creadores no aparecen como los imaginamos… o bien, como dice Miguel Mihura que le ocurrió a él mismo, son degollados al intentar estrenar su obra. Lo dejó escrito en Mis memorias, un libro divertido anticipado por entregas en La Codorniz entre 1943 y 1945.

Nos cuenta que escribió una zarzuela inspirándose, «según era costumbre, en la realidad», y que para estudiar mejor las reacciones de la protagonista, una manchega a la que dos mozos cortejaban, «yo mismo me disfracé de moza manchega y durante cinco años estuve en un pueblo manchego yendo con un cántaro a buscar agua a la fuente. Y tan bien representé mi papel que, nueves meses después de celebrarse la fiestas del pueblo, tuve un niño…». Más adelante, «al cabo de seis años de esfuerzo conseguí terminar el El Tripirití y, con el manuscrito debajo del brazo, me presenté al empresario del Teatro Cocoliche…
– ¿Qué trae usted ahí?, me dijo furioso, después de que me hubo recibido en su despacho.
– Traigo una zarzuelita, dije temblando.
El furor del empresario -continúa Mihura- creció aún más al oír estas palabras y varios empleados de la contaduría corrieron a sujetarle los brazos porque había sacado un cuchillo y quería cortarme el cuello. Pero los empleados no llegaron a tiempo y me lo cortó.
Yo, con esto, sufrí uno de los mayores disgustos de mi vida…»

Cualquier parecido con la realidad es casi coincidencia, pero la fecha es significativa: desde entonces casi ninguna nueva zarzuela vio ya la luz.

En fin, aceptemos que no haya, por el momento, nuevas zarzuelas… pero reconozcamos que algunas de las viejas, nuestras viejas y queridas zarzuelas, no se han representado nunca en mejores condiciones que ahora. La calidad de los intérpretes y las puestas en escena son a veces sobresalientes…»

Estos párrafos forman parte de las notas sobre el género que el Ensamble de Madrid me pidió –una visión completamente personal, me insistió Fernando Poblete– para publicar en uno de sus atractivos CD con selecciones de zarzuela para sexteto de cuerda y piano; verdaderos resúmenes en unos minutos, originales de los propios autores la mayoria de los casos, con los números más célebres y representativos de cada obra de éxito. Se publicaron en el sello Banco de Sonido entre 2007 y 2009 media docena al menos de estos volúmenes, verdaderamente recomendables.

Si todavía los encuentran no los dejen escapar. Esta nota del blog está dedicada a quienes los hicieron posibles y a todos los que los han escuchado y disfrutado con una sonrisa en alguna ocasión.

Y volviendo de nuevo al género, a las zarzuelas y su vigencia…

«Son teatro y música vivos –terminaba yo escribiendo–, no cabe duda. Tal vez no vuelvan a surgir zarzuelas nuevas, como ya no podemos soñar con cuadros nuevos de cualquier pintor histórico que nos guste, pero no vamos por ello a pensar que ellas o él son sólo parte del pasado. En tanto que nos recrean, las recreamos; las hacemos nuestras, de hoy, y les mantenemos abierta la puerta del futuro».

[A. Aracil: «Viejas y queridas zarzuelas. Apuntes personales… y un disparate prestado». Notas al CD Zarzuela. Selecciones originales para sexteto con piano.
Vol. 6. Ensamble de Madrid. Madrid, Banco de Sonido, 2009, pp. 6-9] [descargar pdf]

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